Desde 1982 la humanidad decidió dedicar el primero de junio a la infancia, aunque más valdría que también lo hiciera los 364 días restantes de cada año.
Otra no puede ser la conclusión cuando se sabe que en la actualidad 600 millones de infantes en el mundo viven en la pobreza; 250 millones entre cinco y 14 años trabajan en países del Tercer Mundo; 130 de estos no reciben educación y otros seis millones padecen lesiones limitantes causadas por las guerras o conflictos armados.
Cada 24 horas, ocho mil 500 muchachos se contagian con el SIDA.
Bien diferente es la situación de los niños cubanos, verdad que los alabarderos del Imperio y de los derechos humanos ocultan, a pesar de que los indicadores de la Isla sobre el tema aparecen en informes anuales de organismos internacionales nada sospechosos de izquierdistas.
En el presentado por UNICEF en el 2002, “Se reconoce a nivel global la experiencia cubana en la atención educativa en edades tempranas, a través del programa Educa a tu hijo, y de los Círculos Infantiles.”
Este proyecto cuenta en la Mayor de las Antillas con cerca de 25 mil promotores, más de 80 mil educadores y con el apoyo de varias instituciones sociales y gubernamentales.Muy pocos son los países que superan el 30 por ciento de atención en los primeros años de vida, concentrándose allí donde lo hacen, a partir del quinto y sexto años. En Cuba, con una población infantil entre cero y seis años, superior a los 875 mil, tal cobertura asciende al 99,5 por ciento.
Conocido resulta el extraordinario esfuerzo realizado en la capital el pasado año en la reparación y construcción de 749 escuelas, en aras de garantizar aulas con no más de 20 alumnos.
Parejo a ello se llevan a cabo varios programas para el amplio empleo de la televisión con fines educativos, el estudio masivo de la computación y la más completa cobertura con docentes integralmente preparados.Las 440 escuelas especiales cubren todas las necesidades educacionales de los niños con discapacidades, instituciones con una matrícula superior a los 56 mil alumnos.
La Revolución ha creado todo un cuerpo legislativo dedicado a garantizar la supervivencia, desarrollo, protección y participación de la población más joven. Así, existen los Códigos de la Familia, del Trabajo y de la Niñez y la Juventud. También la ley de la maternidad, con extraordinarias ventajas para la madre y sus vástagos y, por supuesto, la propia Constitución.Existen en la Isla varias regiones rurales en las que no se han producido muertes de niños ni maternas en los últimos 20 años. La mortalidad infantil nacional fue en 2002 de 6,5 por ciento, 10 veces menos de las registradas en el país hace cuatro décadas, entonces con una población mucho menor.
Esos indicadores no son casuales: cada infante cubano está protegido contra 13 dolencias, algunas de las cuales constituyen flagelos en muchos países de América Latina y África.
Por ejemplo, poliomielitis, tuberculosis, difteria, tétanos, tos ferina, sarampión y hepatitis, entre otras.
Las defunciones por enfermedades diarreicas agudas, numerosas en este el continente, se producen en la Ínsula solo como excepción.
Fenómenos tan aborrecibles como la prostitución y la pornografía infantiles, el trabajo forzado y los llamados niños de la calle, constituyen categorías inexistentes para los cubanos.
Cada cubanito tiene asegurado un litro de leche durante cada día de sus primeros siete años de vida, insuficiente, pero impensable para millones en el planeta.
Los datos no mienten y los padres no nos dejarán mentir. Aquí está para amigos y detractores, la verdad, como puños, sobre los hijos de una nación que inscribió en sus banderas para siempre al ser humano como lo primero y más importante.
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