Por Y.P. Fernández
El 19 de abril del 2010 se realizo una Conferencia sobre Ciberdisidencia convocado por el Instituto George W. Bush y la organización estadounidense Freedom House.
No es de extrañar que sea el mismo personaje que hace unos años llamaba a una guerra contra el terrorismo en “los oscuros rincones” del planeta, quien esté al frente de esta convención, y que esta se realizara coincidentemente en la misma fecha que el gobierno de los EE.UU. tras invadir a la Isla, recibiera su primera derrota en Playa Girón.
El mismo que, siendo Presidente, violó sistemáticamente los derechos de los propios estadounidenses. El evento convocó a “activistas por la libertad y los derechos humanos” y “expertos en Internet” para analizar el “movimiento global de ciberdisidentes”.
Los países representados no son muchos, pero sus inclusiones sí son significativas: además de Cuba, Venezuela, Irán, Rusia, China, y Siria. Evidentemente se trata de identificar al “eje del mal” para que la propaganda tenga tela por donde cortar.
Para tales “alumnos” los profesores han sido adecuadamente seleccionados, citemos por ejemplo al colombiano Oscar Morales Guevara, creador del grupo “Un millón de voces contra las FARC” y promotor de un movimiento en Facebook contra el presidente venezolano Hugo Chávez.
Ernesto Hernández Busto es uno de esos asesores para la ciberguerra, nombrado “representante por Cuba”; alguien que sin obra intelectual seria que lo avale en su pasado, se ha montado un currículo de filósofo y filólogo. Partió de su país en 1991 y reside en Barcelona desde 1999. Fue una de las voces visibles de Paideia, en la Cuba de 1990, y su protagonismo se puso de manifiesto cuando los miembros del proyecto se reunían con los dirigentes de la Unión de Jóvenes Comunistas.
Se trataba sobre todo de hablar, no de escribir. Cuando los representantes de la UJC decidieron finalmente no asimilar a Paideia, la mayoría de sus integrantes resolvieron dedicarse a realizar su obra intelectual. No pocos de ellos han alcanzado notable prestigio como ensayistas, poetas y narradores, en Cuba y el extranjero.
Ernesto Hernández Busto se ha dedicado a lo que más le interesa: la política.
El currículum del autor del blog Penúltimos Días habla por sí solo de la “seriedad” y “nivel” de esta reunión de 2010, ahora con W. Bush. Este declarado partidario del programa de subversión montado por los EE.UU ha afirmado que no tiene “nada en contra del programa, más bien al contrario. El gobierno cubano lleva años atacando a la disidencia cubana, y ahora a los bloggers, con el argumento de que son “asalariados” de EE.UU”.
Hernández Busto es orgánicamente capaz de equiparar a quienes reciben dinero de una potencia extranjera para protagonizar los recientes episodios de la contrarrevolución con los periodistas cubanos que hacen su trabajo cada día: “todo el periodismo oficialista es periodismo mercenario al servicio de la propaganda oficial, y las ayudas a la disidencia son lo único que permite sobrevivir a personas a las que el gobierno ha marginado, no solo política sino también social y laboralmente”, de lo cual él mismo deduce —y evidentemente pone en práctica— que “No hay que tener ningún tipo de vergüenza ni sumarse a esa demonización del dinero extranjero con la que el castrismo azuza y trata de excomulgar socialmente a la oposición”.
El autor de un libro de nombre tan ilustrativo como Perfiles derechos.
Fisonomías del escritor reaccionario, se ha erigido en defensor de la “bloggera estrella” de El País, Yoanis Sánchez, describiéndola como alguien que “ha demostrado tener el valor de decir la verdad y exponerse” —aunque nunca llega a precisar exponerse a qué.
Hernández Busto silencia con toda intención que Yoani se pasea libremente por La Habana, escribe a diario, recibe premios jugosos y va a los hoteles a trabajar y a divertirse, dos cosas que no muchos seres humanos logran conjugar y que a ella se le da muy bien porque le pagan por su principal hobbie: hablar mal de Cuba.
El “delegado” de Cuba ante W. Bush —Washington los cría— llegó a afirmar en el 2008 que su opinión “más íntima sobre la situación cubana es que una intervención militar de EE.UU sería la manera más rápida y productiva de acabar con el castrismo”. Con esas ansias de intervención y anexionismo, este hombre representa los “derechos” de su “patria”. Solo que no se puede dilucidar muy bien si sabe lo que significan esas palabras.
Ciertamente, Hernández Busto ha olvidado cuál es su país de origen, aunque en casos como estos la nacionalidad la define el dinero. Roma despreciaba a los traidores que pagaba, habrá que ver cómo se comporta EE.UU. Por lo pronto, paga, invita y promueve.
Pero si alguna duda quedara de a cuáles brasas se arrima, Hernández Busto ha colgado en su blog otra de las fabricaciones que pueden encontrarse en la red: la supuesta “evidencia” de un Plan contra alteraciones del orden y disturbios contrarrevolucionarios, especie de maquiavélica planilla para brigadas de respuesta rápida, con “armamento” especificado: “palos, cabillas y cables”.
Quizá, Carlos Alberto Montaner cayó con entusiasmo en la trampa al citar el apócrifo documento: “Esos actos están orquestados por la policía política y el Partido Comunista, como puede comprobar cualquiera que entre en el blog de penúltimosdías.com y vea el facsímil de la planilla con las instrucciones para los matones de las turbas conocidas como ‘Brigadas de respuesta rápida’”, y califica a la expresión popular como “operaciones parapoliciacas”.
O quizá no cayó en la trampa, sino que todo estaba amañado que ambos, junto con Yoani, los Estefan, Fariñas, Díaz Balart, Martha Beatriz Roque, Oswaldo Payá y otras “celebridades” comulgaron para lucrar con el triste desenlace de Orlando Zapata.
Para la escalada agresiva venía muy a colación la planillita y su mención por el terrorista devenido “escritor”, justo en el momento en que la polémica con Silvio Rodríguez le había dado la imprescindible notoriedad que ansiaba Montaner. Probablemente sean sus pininos de declaraciones guerreras y anexionistas y no su trayectoria profesional lo que haya motivado a Mr. W. a invitar a Hernández Busto a la reunión. Según las propias palabras de Hernández Busto, él ha estado “tratando de crear un ‘supernetwork’ para la blogosfera independiente (sic) en Cuba. Gracias a un pequeño grupo élite de blogers dispuestos a explotar los nuevos medios, hasta Cuba se ha colocado en el mapa de los ciberdisidentes”.
De tales declaraciones se pueden hacer varias lecturas entre líneas: una es que el ciberdisidente ahora barcelonés como no está in situ, utiliza a otros como peones de ajedrez o caballos de troya —según se prefiera—, y otra, que, aludiendo a una frase famosa de la antigua política cubana, “tiburón se baña pero salpica” o sea, él va a la convención, de lo que se desprende que recibe su parte en el “financiamiento” pero también se preocupa de la subvención del “pequeño (al menos en eso es honesto) grupo élite de blogers”. Como no viene mal en estas lides vestirse de “ingenuo” afirma que “los bloggers —sobrentiende que solo merecen ese calificativo aquellos que comulgan con su posición política— seguimos funcionando mayormente de manera aislada, y hemos dejado a la espontaneidad el repertorio de acciones disponibles —y lo afirma cuando acaba de salir de la convención sobre el tema.
Las ansias del bloggero ¿cubano? de codearse con la elite se aprecian en su entusiasmo post reunión: “Se trataba, por supuesto, de una oportunidad excepcional —y no solo para un cubano. En eventos de este tipo, es difícil tener la posibilidad de conversar y ser escuchado al mismo tiempo por bloggers, especialistas en tecnología, políticos en activo, ex políticos que trabajan como consejeros, periodistas de algunos de los medios más influyentes y empresarios de las principales compañías de comunicaciones de hoy”. Los ocho años de gobierno bushiano, ¿o bushista?, la invasión a Iraq, Afganistán y prisión de Guantánamo mediante, bastan para saber de qué hablan cuando a “derechos humanos” los del Bush Institute se refieren.
A esta organización no hace falta describirla porque el historial de su presidente es un representativo estandarte. Lo ha reconocido hasta el propio Hernández Busto en su crónica sobre el encuentro de ciberdisidentes en Dallas: “ya se sabe que la presidencia de George W. Bush fue particularmente polémica”. Por otra parte, la copatrocinadora del evento, Freedom House, es una institución de los EE.UU financiada por el Departamento de Estado y vinculada con la CIA.
Según el periodista cubano Manuel Henríquez Lagarde, en su agenda para Cuba esta organización “patrocina visitas a la Isla para —bajo el eufemismo de ayudar a formar líderes civiles y políticos en Cuba—, entrenar a cabecillas contrarrevolucionarios, distribuir propaganda o publicar reportes distorsionados sobre los derechos humanos.
Para cumplir tales encomiendas, esta organización ha ido incrementando anualmente su presupuesto. En el año 1999 fue de $ 275 000, en el 2000, $ 500 000, y para el año actual la USAID le ha otorgado un total de 900 000 dólares.” Que estos incrementos son necesarios para costear los sitios personales y bitácoras de “colaboradores” como Hernández Busto se hace evidente con los artículos colocados en Penúltimos Días a su regreso de los EE.UU., donde evidentemente recibió nuevas órdenes. Sus disparos ahora también van dirigidos contra Venezuela como se aprecia en el post de Erika Valenzuela colgado en el blog, en el que trata de desacreditar al gobierno del país suramericano, y se hace eco de quienes lo acusan de ir “hacia la total y definitiva cubanización de Venezuela”.
Ya se sabe que para algunos es un negocio rentable satanizar el ejemplo de Cuba. No es nuevo que la República Bolivariana esté en la mira de este tipo de instituciones.
Al decir de la periodista e investigadora norteamericano-venezolana Eva Golinger, en ese país: “Freedom House ha estado trabajando desde el año 2005, financiando y ayudando políticamente a los sectores de la oposición contra el Presidente Chávez.”
Llama la atención el hecho de que parta de los propios EE.UU., el país que dicta, o pretende arrogarse el derecho de hacerlo, la pauta de comportamiento mundial, los estímulos para múltiples “disidencias” —que pueden ser ciber o no—. Con tanto dinero y recursos puestos a disposición por los jefes del mundo —según la autoproclamada lógica imperial—, la pregunta es obvia: ¿disentir, de qué?
Si hablamos de millones de dólares en juego es obvio que el estímulo no es a los disidentes de “talento y coraje” como los catalogara el director ejecutivo del Instituto W. Bush James Glassman, sino al control de grupos que respondan a sus intereses en todas las esquinas del orbe.
Al decir de Carlos Frémez “la intención de utilizar la Internet y la promoción de redes sociales como vías para la desestabilización interna, representan la continuidad de la política agresiva de la administración Bush.
Este gobierno fue el que la diseñó y los rasgos actuales ratifican su aplicación en la práctica. Esta aseveración se confirma con algunas ideas expuestas en el llamado plan Bush, también conocido como que como se recuerda, constituyó el principal programa de ese gobierno para destruir a la Revolución cubana y reinstaurar el capitalismo en la Isla”.
Vale recalcar que este Plan, también conocido como “Informe de la Comisión para la asistencia a una Cuba libre” no ha sido derogado, por lo que la idea del uso de Internet como elemento desestabilizador continúa vigente, dispuesto a encontrar otras nuevas maneras de subvertir la realidad de quienes deciden andar con proyectos propios. En un texto titulado “El Plan Bush, la administración Obama y el despliegue del cibercomando contra Cuba” Fremez cita un artículo publicado por el diario norteamericano Los Angeles Times el 7 de mayo de 2008, firmado por Paul Richter que muy descriptivamente afirmaba: “La USAID, a cargo de supervisar el programa para promover la democracia en Cuba, está tratando de convencer a grupos no gubernamentales en Europa central y América Latina de que se unan a organizaciones estadounidenses para solicitar subvenciones…
El objetivo es utilizar la mayor parte del presupuesto de 45 millones de dólares para comprar equipos de telecomunicaciones como teléfonos celulares y medios para acceder a la Internet.”
La fachada “inocente” de la Red de redes hace tiempo es un velo descorrido. En el 2003 el Pentágono clasificó la guerra cibernética como el próximo campo de batalla en el cual Washington debía imponer su primacía. Barack Obama, el primer ciber presidente de la historia, creó un Comando Cibernético en el 2009 y nombró un Jefe de Ciberespacio para coordinar las políticas y acciones de EE.UU. en esta esfera.
Ya lo advertía el intelectual argentino Atilio Borón: “la Internet es una estructura que tiene centros de monitoreo y control, y en donde cierto tipo de comunicaciones están bloqueadas, casi todas vigiladas y algunas son censuradas. Solo espíritus muy ingenuos pueden suponer otra cosa”.
El 19 de abril del 2010 se realizo una Conferencia sobre Ciberdisidencia convocado por el Instituto George W. Bush y la organización estadounidense Freedom House.
No es de extrañar que sea el mismo personaje que hace unos años llamaba a una guerra contra el terrorismo en “los oscuros rincones” del planeta, quien esté al frente de esta convención, y que esta se realizara coincidentemente en la misma fecha que el gobierno de los EE.UU. tras invadir a la Isla, recibiera su primera derrota en Playa Girón.
El mismo que, siendo Presidente, violó sistemáticamente los derechos de los propios estadounidenses. El evento convocó a “activistas por la libertad y los derechos humanos” y “expertos en Internet” para analizar el “movimiento global de ciberdisidentes”.
Los países representados no son muchos, pero sus inclusiones sí son significativas: además de Cuba, Venezuela, Irán, Rusia, China, y Siria. Evidentemente se trata de identificar al “eje del mal” para que la propaganda tenga tela por donde cortar.
Para tales “alumnos” los profesores han sido adecuadamente seleccionados, citemos por ejemplo al colombiano Oscar Morales Guevara, creador del grupo “Un millón de voces contra las FARC” y promotor de un movimiento en Facebook contra el presidente venezolano Hugo Chávez.
Ernesto Hernández Busto es uno de esos asesores para la ciberguerra, nombrado “representante por Cuba”; alguien que sin obra intelectual seria que lo avale en su pasado, se ha montado un currículo de filósofo y filólogo. Partió de su país en 1991 y reside en Barcelona desde 1999. Fue una de las voces visibles de Paideia, en la Cuba de 1990, y su protagonismo se puso de manifiesto cuando los miembros del proyecto se reunían con los dirigentes de la Unión de Jóvenes Comunistas.
Se trataba sobre todo de hablar, no de escribir. Cuando los representantes de la UJC decidieron finalmente no asimilar a Paideia, la mayoría de sus integrantes resolvieron dedicarse a realizar su obra intelectual. No pocos de ellos han alcanzado notable prestigio como ensayistas, poetas y narradores, en Cuba y el extranjero.
Ernesto Hernández Busto se ha dedicado a lo que más le interesa: la política.
El currículum del autor del blog Penúltimos Días habla por sí solo de la “seriedad” y “nivel” de esta reunión de 2010, ahora con W. Bush. Este declarado partidario del programa de subversión montado por los EE.UU ha afirmado que no tiene “nada en contra del programa, más bien al contrario. El gobierno cubano lleva años atacando a la disidencia cubana, y ahora a los bloggers, con el argumento de que son “asalariados” de EE.UU”.
Hernández Busto es orgánicamente capaz de equiparar a quienes reciben dinero de una potencia extranjera para protagonizar los recientes episodios de la contrarrevolución con los periodistas cubanos que hacen su trabajo cada día: “todo el periodismo oficialista es periodismo mercenario al servicio de la propaganda oficial, y las ayudas a la disidencia son lo único que permite sobrevivir a personas a las que el gobierno ha marginado, no solo política sino también social y laboralmente”, de lo cual él mismo deduce —y evidentemente pone en práctica— que “No hay que tener ningún tipo de vergüenza ni sumarse a esa demonización del dinero extranjero con la que el castrismo azuza y trata de excomulgar socialmente a la oposición”.
El autor de un libro de nombre tan ilustrativo como Perfiles derechos.
Fisonomías del escritor reaccionario, se ha erigido en defensor de la “bloggera estrella” de El País, Yoanis Sánchez, describiéndola como alguien que “ha demostrado tener el valor de decir la verdad y exponerse” —aunque nunca llega a precisar exponerse a qué.
Hernández Busto silencia con toda intención que Yoani se pasea libremente por La Habana, escribe a diario, recibe premios jugosos y va a los hoteles a trabajar y a divertirse, dos cosas que no muchos seres humanos logran conjugar y que a ella se le da muy bien porque le pagan por su principal hobbie: hablar mal de Cuba.
El “delegado” de Cuba ante W. Bush —Washington los cría— llegó a afirmar en el 2008 que su opinión “más íntima sobre la situación cubana es que una intervención militar de EE.UU sería la manera más rápida y productiva de acabar con el castrismo”. Con esas ansias de intervención y anexionismo, este hombre representa los “derechos” de su “patria”. Solo que no se puede dilucidar muy bien si sabe lo que significan esas palabras.
Ciertamente, Hernández Busto ha olvidado cuál es su país de origen, aunque en casos como estos la nacionalidad la define el dinero. Roma despreciaba a los traidores que pagaba, habrá que ver cómo se comporta EE.UU. Por lo pronto, paga, invita y promueve.
Pero si alguna duda quedara de a cuáles brasas se arrima, Hernández Busto ha colgado en su blog otra de las fabricaciones que pueden encontrarse en la red: la supuesta “evidencia” de un Plan contra alteraciones del orden y disturbios contrarrevolucionarios, especie de maquiavélica planilla para brigadas de respuesta rápida, con “armamento” especificado: “palos, cabillas y cables”.
Quizá, Carlos Alberto Montaner cayó con entusiasmo en la trampa al citar el apócrifo documento: “Esos actos están orquestados por la policía política y el Partido Comunista, como puede comprobar cualquiera que entre en el blog de penúltimosdías.com y vea el facsímil de la planilla con las instrucciones para los matones de las turbas conocidas como ‘Brigadas de respuesta rápida’”, y califica a la expresión popular como “operaciones parapoliciacas”.
O quizá no cayó en la trampa, sino que todo estaba amañado que ambos, junto con Yoani, los Estefan, Fariñas, Díaz Balart, Martha Beatriz Roque, Oswaldo Payá y otras “celebridades” comulgaron para lucrar con el triste desenlace de Orlando Zapata.
Para la escalada agresiva venía muy a colación la planillita y su mención por el terrorista devenido “escritor”, justo en el momento en que la polémica con Silvio Rodríguez le había dado la imprescindible notoriedad que ansiaba Montaner. Probablemente sean sus pininos de declaraciones guerreras y anexionistas y no su trayectoria profesional lo que haya motivado a Mr. W. a invitar a Hernández Busto a la reunión. Según las propias palabras de Hernández Busto, él ha estado “tratando de crear un ‘supernetwork’ para la blogosfera independiente (sic) en Cuba. Gracias a un pequeño grupo élite de blogers dispuestos a explotar los nuevos medios, hasta Cuba se ha colocado en el mapa de los ciberdisidentes”.
De tales declaraciones se pueden hacer varias lecturas entre líneas: una es que el ciberdisidente ahora barcelonés como no está in situ, utiliza a otros como peones de ajedrez o caballos de troya —según se prefiera—, y otra, que, aludiendo a una frase famosa de la antigua política cubana, “tiburón se baña pero salpica” o sea, él va a la convención, de lo que se desprende que recibe su parte en el “financiamiento” pero también se preocupa de la subvención del “pequeño (al menos en eso es honesto) grupo élite de blogers”. Como no viene mal en estas lides vestirse de “ingenuo” afirma que “los bloggers —sobrentiende que solo merecen ese calificativo aquellos que comulgan con su posición política— seguimos funcionando mayormente de manera aislada, y hemos dejado a la espontaneidad el repertorio de acciones disponibles —y lo afirma cuando acaba de salir de la convención sobre el tema.
Las ansias del bloggero ¿cubano? de codearse con la elite se aprecian en su entusiasmo post reunión: “Se trataba, por supuesto, de una oportunidad excepcional —y no solo para un cubano. En eventos de este tipo, es difícil tener la posibilidad de conversar y ser escuchado al mismo tiempo por bloggers, especialistas en tecnología, políticos en activo, ex políticos que trabajan como consejeros, periodistas de algunos de los medios más influyentes y empresarios de las principales compañías de comunicaciones de hoy”. Los ocho años de gobierno bushiano, ¿o bushista?, la invasión a Iraq, Afganistán y prisión de Guantánamo mediante, bastan para saber de qué hablan cuando a “derechos humanos” los del Bush Institute se refieren.
A esta organización no hace falta describirla porque el historial de su presidente es un representativo estandarte. Lo ha reconocido hasta el propio Hernández Busto en su crónica sobre el encuentro de ciberdisidentes en Dallas: “ya se sabe que la presidencia de George W. Bush fue particularmente polémica”. Por otra parte, la copatrocinadora del evento, Freedom House, es una institución de los EE.UU financiada por el Departamento de Estado y vinculada con la CIA.
Según el periodista cubano Manuel Henríquez Lagarde, en su agenda para Cuba esta organización “patrocina visitas a la Isla para —bajo el eufemismo de ayudar a formar líderes civiles y políticos en Cuba—, entrenar a cabecillas contrarrevolucionarios, distribuir propaganda o publicar reportes distorsionados sobre los derechos humanos.
Para cumplir tales encomiendas, esta organización ha ido incrementando anualmente su presupuesto. En el año 1999 fue de $ 275 000, en el 2000, $ 500 000, y para el año actual la USAID le ha otorgado un total de 900 000 dólares.” Que estos incrementos son necesarios para costear los sitios personales y bitácoras de “colaboradores” como Hernández Busto se hace evidente con los artículos colocados en Penúltimos Días a su regreso de los EE.UU., donde evidentemente recibió nuevas órdenes. Sus disparos ahora también van dirigidos contra Venezuela como se aprecia en el post de Erika Valenzuela colgado en el blog, en el que trata de desacreditar al gobierno del país suramericano, y se hace eco de quienes lo acusan de ir “hacia la total y definitiva cubanización de Venezuela”.
Ya se sabe que para algunos es un negocio rentable satanizar el ejemplo de Cuba. No es nuevo que la República Bolivariana esté en la mira de este tipo de instituciones.
Al decir de la periodista e investigadora norteamericano-venezolana Eva Golinger, en ese país: “Freedom House ha estado trabajando desde el año 2005, financiando y ayudando políticamente a los sectores de la oposición contra el Presidente Chávez.”
Llama la atención el hecho de que parta de los propios EE.UU., el país que dicta, o pretende arrogarse el derecho de hacerlo, la pauta de comportamiento mundial, los estímulos para múltiples “disidencias” —que pueden ser ciber o no—. Con tanto dinero y recursos puestos a disposición por los jefes del mundo —según la autoproclamada lógica imperial—, la pregunta es obvia: ¿disentir, de qué?
Si hablamos de millones de dólares en juego es obvio que el estímulo no es a los disidentes de “talento y coraje” como los catalogara el director ejecutivo del Instituto W. Bush James Glassman, sino al control de grupos que respondan a sus intereses en todas las esquinas del orbe.
Al decir de Carlos Frémez “la intención de utilizar la Internet y la promoción de redes sociales como vías para la desestabilización interna, representan la continuidad de la política agresiva de la administración Bush.
Este gobierno fue el que la diseñó y los rasgos actuales ratifican su aplicación en la práctica. Esta aseveración se confirma con algunas ideas expuestas en el llamado plan Bush, también conocido como que como se recuerda, constituyó el principal programa de ese gobierno para destruir a la Revolución cubana y reinstaurar el capitalismo en la Isla”.
Vale recalcar que este Plan, también conocido como “Informe de la Comisión para la asistencia a una Cuba libre” no ha sido derogado, por lo que la idea del uso de Internet como elemento desestabilizador continúa vigente, dispuesto a encontrar otras nuevas maneras de subvertir la realidad de quienes deciden andar con proyectos propios. En un texto titulado “El Plan Bush, la administración Obama y el despliegue del cibercomando contra Cuba” Fremez cita un artículo publicado por el diario norteamericano Los Angeles Times el 7 de mayo de 2008, firmado por Paul Richter que muy descriptivamente afirmaba: “La USAID, a cargo de supervisar el programa para promover la democracia en Cuba, está tratando de convencer a grupos no gubernamentales en Europa central y América Latina de que se unan a organizaciones estadounidenses para solicitar subvenciones…
El objetivo es utilizar la mayor parte del presupuesto de 45 millones de dólares para comprar equipos de telecomunicaciones como teléfonos celulares y medios para acceder a la Internet.”
La fachada “inocente” de la Red de redes hace tiempo es un velo descorrido. En el 2003 el Pentágono clasificó la guerra cibernética como el próximo campo de batalla en el cual Washington debía imponer su primacía. Barack Obama, el primer ciber presidente de la historia, creó un Comando Cibernético en el 2009 y nombró un Jefe de Ciberespacio para coordinar las políticas y acciones de EE.UU. en esta esfera.
Ya lo advertía el intelectual argentino Atilio Borón: “la Internet es una estructura que tiene centros de monitoreo y control, y en donde cierto tipo de comunicaciones están bloqueadas, casi todas vigiladas y algunas son censuradas. Solo espíritus muy ingenuos pueden suponer otra cosa”.
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