(Prensa:MinMujer/Caracas,21-12-12).- Camaradas... lo digo por el razonamiento "cuidado con personalismos, adoraciones, jalabolismos" y qué se yo tantas cosas más. Formada en la vieja guardia revolucionaria, un remolino tocó mi corazón desde hace rato desde que veo, escucho, contemplo y analizo al Comandante Chávez. No se trata de un simple problema de caudillismo, el asunto vale la pena discutirlo porque trasciende aspectos interesantes.
De qué manera este líder se fue fundiendo con su pueblo: en medio estamos muchos, estoy yo por ejemplo, que en este momento tengo la palabra, estoy en el fenómeno y me ha forzado a hablar en primera persona, cosa que no me agrada.
El arrollador carisma que lo caracteriza tiene que ver con su aceptación, su palabra convincente, su palabra convertida en hechos desde 1992, en momentos en que no era creíble un cambio revolucionario en este país y con esto no quiero decir que nuestro pueblo tenga un alto nivel de conciencia acerca del fenómeno histórico, sociológico, económico y político que se está viviendo en Venezuela, sino que un encantador tomó una flauta y comenzó a tocar una melodía atrayente no sé si hipnotizadora, y comenzó a marchar un río de gente en torno a su carisma, y las mentes se aclaran y se politizan sin saberlo, y la gente participa y dirige casi sin percibir su trascendencia y se va dando apenas cuenta, de su acción transformadora en torno a una propuesta...
Muchos años de pregón había tenido la necesidad del cambio revolucionario, en América latina y en nuestro país, muchos mártires son testimonio de la fe inquebrantable que profesamos hombres y mujeres entregados a la lucha revolucionaria, al trabajo de barrios y caseríos, con mística, con entrega, pero aislados, en el sentido de que veía- en mi caso frente a nuestra entrega, a un pueblo ciego vacilándose el bipartidismo, el bobo voto castigo para alternar el mando, y que siga la fiesta... nos sentíamos valiosos y valerosos, pero no teníamos poder, no calaba en la mayoría nuestra entrega indudable genuina, pero que a mi entender, estaba desfasada en la Venezuela saudita de "ta barato dame dos" y "nos vamos pa’ Mayami" por lo menos en lo que me tocó vivir.
De pronto un hombre mostró un rostro, un "por ahora" y una luz se encendió en el cielo tropical, especie nueva de estrella de Belén... Será que ha nacido el niño... me pregunté. Qué bolas tengo yo, tan vieja y tan pendeja, confiando en militares gorilas. Pero su cara, su mirada, su expresión, su compromiso, jamás se me borró. Luego su presencia, su risa y la voz de mando... ¿cómo que no? este carajo comanda, dije yo.
A partir de esa etapa siempre lo escuché con atención, y me dije: qué carajo, menos mal que en este país muchos militares vienen de abajo, de la herencia del pata en el suelo; de esta manera no le perdí la pista.
He sido crítica con muchas de sus decisiones, he pegado gritos cuando he sentido que habla y dice lo que no debe ni como debe… coño Chávez cállate carajo, eres más imprudente que carajito con corneta... luego he comprendido el porqué de algunas decisiones y la necesidad de otorgar confianza en la voz de mando - principio que conocía de sobra con la militancia- necesitaba confiar, creer, enrolarme en esta nueva etapa para ayudar a construir una propuesta para la edificación de esa sociedad nueva, soñada por tantos años, apenas entre camaradas...
Han pasado los años, y estoy en el fenómeno cristalino de un acto de amor con un líder fundido con su gente, y para mí, frente a un hombre anti-imperialista, condición indispensable para hacerlo creíble. Frente a un amor que se entremetió casi de manera imperceptible, sin mayores retóricas ni explicaciones.
Carajo este hombre se ha inmolado, no ha tenido descanso en casi veinte años por un ideal, por un sueño, por un convencimiento, que se inició con un pequeño grupo y ahora se tejió en todos los rincones del alma nuestra, con un demostrado coraje por lo que cree y aprendió a creer en este proceso de la Revolución Bolivariana donde él mismo ha crecido, ha aprendido lecciones, se ha equivocado y agarra sobre marcha y sigue adelante.
Agradezco tanto mi Comandante, que hoy día seas más creíble que nunca y nos duele tanto lo finito, la fragilidad de un cuerpo que no ha cesado de recibir los trancazos de esta lucha sin cuartel, me duelen tus trasnochos y tantas arrecheras, que el sol abrace tu piel hasta quemarla o que la lluvia te empape hasta toser y tu qué carajo, entregado pero con ganas, sin pararle a nada.
Como no amarte con todo y tus defectos, con mal o buen carácter, feminista, jodedor, cantador y bailador, apeteciendo pararte en una esquina de la Ruta Nocturna del nuevo centro de Caracas - Nuevo por ti de paso- para reírte y vacilar, para florear a una muchacha bonita con mirada de tucusito alegre, llanerazo tosco y tierno a la vez... ¿qué fue lo que hiciste...? ¿que has hecho con nuestros corazones…? ¿a qué recóndito lugar mandaste mi retórica irreverente de mujer comunista, a veces endurecida y ahora, mírame, confundida en este río crecido ofreciéndote mis brazos para arrullarte con todo y “arro.ro mi niño, arro-ro mi sol...” ese sentimiento entre muchos, de maternidad de hermandad, has despertado y malo es no decirlo, no reconocerlo, porque así se hace revolución de verdad desde la fuerza espiritual hasta la entrega de la vida por defender los ideales: oro fundido a prueba de fuego es este fenómeno.
Agradezco a la providencia haberme permitido sentirlo, vivirlo y contarlo sin que me aten los pruritos el pasado. Va para la discusión, he hablado en primera persona, qué carajo!, hoy 20 de diciembre de 2012.
(Prensa: MinMujer / Texto: Obdulia Molina Jara / Foto: Archivo)