La
Revolución es el más alto grado de creatividad de la especie humana. Es
inédita, va desarrollándose con el telón de fondo de la experiencia
teórico-práctica universal, y al mismo tiempo va descubriendo las leyes
que la rigen.
De la capacidad que tenga de dar agilidad a ese binomio práctica-teoría, es decir, que la práctica sustente a la teoría y ésta a su vez guíe a la práctica, de esa capacidad dependerá el éxito del empeño revolucionario.
De la capacidad que tenga de dar agilidad a ese binomio práctica-teoría, es decir, que la práctica sustente a la teoría y ésta a su vez guíe a la práctica, de esa capacidad dependerá el éxito del empeño revolucionario.
Nosotros
vivimos una Revolución pacífica donde se acentúan ciertas
características universales de la Revolución y otras se minimizan. Así,
lo militar no se expresa en plenitud y el juego político copa la escena,
la acción sucede en terrenos políticos. Por eso es necesario averiguar
cuál es el escenario principal de la confrontación, cuál es el principal
teatro de operaciones.
La
experiencia chilena, y lo que va de experiencia de la Revolución
Bolivariana , nos indica que el principal escenario de la confrontación,
el principal campo de batalla, es en el terreno del reformismo, de la
socialdemocracia. Esta situación parece ser una ley en este tipo de
Revoluciones. Veamos.
Por
sus características pacíficas la Revolución debe, necesariamente,
operar durante un largo periodo bajo el Estado burgués y su legalidad,
bajo su sistema electoral, y su lógica clientelar. Además, en una
primera etapa, y con urgencia, debe pagar la inmensa deuda social
heredada.
Superados
los embates violentos de la oligarquía, la Revolución tiende a
confundirse con el reformismo, con la socialdemocracia. Podríamos decir
que está saldando las cuentas pendientes de la Revolución burguesa:
predomina lo nacional, está presente la convivencia con el capital, aún
el cambio en las relaciones humanas no se profundiza. Es allí que la
oligarquía plantea su principal tarea de debilitamiento. En esa fase
estamos.
En
resumen, hemos atravesado dos etapas, una de enfrentamiento violento,
abril, sabotaje, la otra de saldo de la deuda social, de reparto de la
renta, de saldar cuentas con la Revolución burguesa.
Ahora
necesariamente entraremos en una tercera etapa que será de
profundización de la Revolución, de reafirmación del Socialismo, de
inmensos cambios en todos los niveles de la sociedad. Podemos decir que
todo lo anterior es preparación para la etapa que viene.
Ese caminar hacia otras metas, no quedarse en la segunda etapa, es lo que diferencia a la Revolución auténtica del reformismo.
El
reformismo, la socialdemocracia, al no poder avanzar, cae en manos de
los requerimientos del capital internacional, del fondo monetario
internacional, de la privatización de PDVSA y, necesariamente para
imponer su ley, tiene que ir hacia gobiernos fascistas más o menos
disfrazados de acuerdo a las circunstancias. En otras palabras, el
reformismo no tiene futuro.
El
Socialismo es el transito teórico y práctico del camino de la
sustitución del capitalismo, no se detiene, por tanto es el único
sendero de la vida. La diferencia con el reformismo es de fondo, así
debe ser presentada a las masas.